Congela los
plátanos sin pelar durante al menos 6 horas. Quítalos del congelador y deja que la piel se descongele ligeramente. Cójelos con un trapo y usa un cuchillo bien afilado para pelarlos. Corta los
plátanos en pedazos pequeños y ponlos en una batidora con el queso fresco, la piel y el zumo de
limón y la crema. Mézclalo hasta que esté espeso y cremoso. Colócalo en un plato y vuélvelo a poner en el congelador durante unos 40 minutos. Sirve el helado solo, con un
plátano fresco u otra fruta.