El litchi es una fuente de potasio, calcio, magnesio, hierro, cobre, fósforo, alguno de los complejos vitamínicos B y vitamina C. Los minerales son nutrientes necesarios para los procesos metabólicos. El potasio interviene en el metabolismo de las proteínas y carbohidratos.

El calcio es esencial para el mantenimiento de los huesos y para el crecimiento en general. Aparte de las funciones estructurales, también participa en funciones del sistema nervioso. El zinc participa en la síntesis del ADN. Una ingesta adecuada de vitamina C aporta efectos beneficiosos para el cuerpo, reduciendo el riesgo de contraer diversos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares y arterioesclerosis.

Al litchi se le atribuyen múltiples propiedades curativas. Se usa tanto el fruto como el hueso, cáscara y raíces, y se aplica externa o internamente. Combate entre otras cosas los dolores de estómago, hernias y el dolor de garganta.

En China, de donde es originario el litchi, se le conocen muchas propiedades medicinales. Según esto, la pulpa del litchi promueve los fluidos corporales y favorece a la sangre. Es un buen antiinflamatorio y está indicado en casos de polidipsia, hipo, dolores de estómago, carbunclo, dolores de muelas, hemorragias externas y hernias. La cáscara es buena contra la disentería y los eczemas, mientras que el hueso y la corteza de la raíz se usan para curar hernias, hinchazones y dolores de garganta.

Se puede consumir como cocimiento o macerados en vino. Externamente se machacan y se aplica la pasta, o bien se hace un polvo con ellos. La corteza, hueso y raíz se cuecen.